Los trastornos alimenticios son un mero reflejo, volcado sobre la alimentación, de los conflictos psicológicos y emocionales internos de la persona.
No obstante desde un enfoque siempre muy humano y de acompañamiento a la psicología e integrador podemos mejorar su acción.
Esto ocurre porque dotamos al cuerpo de la salud física necesaria para ser más receptivo cognitivamente y por que favorecemos la recuperación de los procesos patológicos relacionados con la mala alimentación.
También podemos trabajar la psicología de la alimentación, entendiendo la problemática del paciente y dotándole de herramientas nutricionales para hacerle frente a los problemas que surjan.
Algunos de los puntos de actuación sobre los que podemos trabajar:
- Anorexia
- Bulimia
- Regurgitaciones
- Rumiación
- Miedo a comer en público
- Ansiedad mayor